CÓMO HACER ESCUELAS INCLUSIVAS
EN EL CICLO DE 0 A 3 AÑOS
April 6, 2025
DISCAPACIDAD & EDUCACIÓN
Pronto hará treinta años de La educación encierra un tesoro (1996), el informe para la UNESCO de la Comisión Internacional sobre la educación para el siglo XXI, liderada por el político francés Jacques Delors (1925-2023). El “informe Delors” comenzaba con la idea de que la educación posee un valor incalculable para avanzar hacia los ideales de paz, libertad y justicia social.
Recordando aquel título, hoy se puede dar un nuevo paso y reconocer que la educación inclusiva guarda en sí todo un tesoro. Su riqueza (¡su tesoro!) está en el reconocimiento de la diversidad humana y de una escuela equitativa y sin exclusiones que asume los derechos humanos y de la infancia.
Las prácticas educativas inclusivas están avanzando en todas las etapas educativas, hasta la universidad. Estas prácticas abrazan la diversidad del aula e intentan responder a las necesidades del conjunto de sus alumnos y alumnas, tanto si presentan alguna discapacidad como si no la presentan.
Lentamente, se avanza así hacia el cumplimiento del cuarto de los Objetivos de Desarrollo Sostenible aprobados por la ONU en el año 2015: lograr una educación inclusiva, equitativa y de calidad.
Pero ¿qué sucede con los niños y las niñas con discapacidad menores de tres años? ¿Es posible una escuela infantil de 0 a 3 años inclusiva y acogedora, donde convivan y aprendan juntos alumnos y alumnas con discapacidad y sin discapacidad?
Una etapa olvidada en el enfoque inclusivo
Tradicionalmente, los establecimientos dedicados a la infancia hasta los tres años de vida recibían el nombre de guarderías. Estas cumplían principalmente funciones de asistencia y cuidados básicos. La alimentación, la higiene, el sueño, el afecto e incluso el juego constituían sus tareas esenciales.
A pesar de que hace décadas que, por ejemplo en España, la educación infantil se ha dividido en dos ciclos (de 0 a 3 y de 3 a 6) con la finalidad única de contribuir al desarrollo integral de niños y niñas, lo cierto es que la función educativa de las escuelas infantiles de primer ciclo y los centros de educación infantil suelen concentrarse en la prestación de cuidados. Su calidad educativa no ha sido apenas investigada, y menos aún su dimensión inclusiva.
Cómo hacer una escuela infantil inclusiva
¿Significa esto que no hay nada que decir sobre estos temas de interés y relevancia? ¡En absoluto! Un estudio reciente nos ha permitido acercarnos a la realidad de una escuela infantil (0-3 años) donde conviven y aprenden juntos niños y niñas con discapacidad y sin discapacidad. La experiencia de este centro permite pensar algunas líneas a explorar en el camino hacia una escuela infantil de primer ciclo auténticamente inclusiva:
Situar el punto de partida en la finalidad educativa de la etapa: contribuir al desarrollo integral y armónico del alumnado. Una escuela infantil inclusiva parte del anhelo compartido por su comunidad educativa de alcanzar el máximo desarrollo de su alumnado, tanto del que presenta alguna discapacidad, como del que no la presenta. Sin matices, sin medias tintas, ni exclusiones.
El deseo de lograr que la escuela sea inclusiva debe empapar y calar “hasta los huesos” el proyecto educativo del centro. Las iniciativas aisladas en el aula son encomiables, pero la inclusión ha de ser el corazón del sentir, del pensar y del actuar de la escuela. La inclusión real transforma la cultura escolar y sus procesos de toma de decisiones.
Estrechar lazos de comunicación y colaboración entre familia y escuela. Las familias son el primer contexto de desarrollo y formación de la personalidad. También constituyen el primer ámbito de socialización de niños y niñas. Una escuela infantil no puede caminar hacia la inclusión de espaldas a las familias de su alumnado. Por el contrario, debe tender puentes hacia una participación plena, compartida y fructífera.
Los profesionales del centro, principalmente el equipo docente, han de tener una sólida formación inicial en materia de inclusión educativa y discapacidad. Es valioso disponer de experiencia previa directa con personas con discapacidad, por ejemplo, a través de un voluntariado. Asimismo, la escuela infantil tiene que promover la formación permanente de su plantilla profesional. La formación continua permitirá incorporar conocimientos actualizados que favorezcan la inclusión y la convivencia de niños y niñas con discapacidad y sin discapacidad.
Los recursos humanos y materiales son piezas claves para una escuela infantil de primer ciclo inclusiva. Es preciso contar con personal especializado de apoyo en los espacios escolares de aprendizaje. Una figura importante, a menudo olvidada y reivindicable, es el personal especializado en enfermería. Solo como ejemplo, el servicio prestado por esta figura es indispensable para el alumnado que porta un botón gástrico.
La finalidad educativa del primer ciclo no anula la importancia de la tarea asistencial en estas edades. Una educación infantil inclusiva de primer ciclo que incluye la cobertura de las demandas de alimentación, afecto, higiene, sueño y juego infantil favorece también el desarrollo y el aprendizaje de niños y niñas.
Por su parte, los recursos materiales han de ser diversos, preferentemente no estructurados y estimulantes para el aprendizaje. Es fundamental que motiven la exploración, la experimentación y el aprendizaje por descubrimiento del alumnado con discapacidad y sin discapacidad. Algunos de estos materiales son las torres de burbujas, las piscinas de bolas, las alfombras, los paneles y botellas sensoriales, las pelotas Montessori o los cestos de los tesoros, entre otros.
Recuperar la riqueza de la inclusión en los primeros años
La inclusión educativa que pone en valor la diversidad de las aulas es hoy en día reconocida ampliamente como un tesoro de incalculable valor. No obstante, aún queda por delante un largo camino hacia una educación de calidad, inclusiva y equitativa como propone la ONU en sus Objetivos de Desarrollo Sostenible.
Una importante tarea pendiente es la consolidación de la inclusión en la escuela infantil de primer ciclo, donde se escolarizan niños y niñas hasta los tres años de edad. Algunas escuelas ya han iniciado este camino y muestran que no solo es deseable, sino también posible. ¿Continuamos por esta senda?

Hoy se puede dar un nuevo paso y reconocer que la educación inclusiva guarda en sí todo un tesoro. Su riqueza (¡su tesoro!) está en el reconocimiento de la diversidad humana y de una escuela equitativa y sin exclusiones que asume los derechos humanos y de la infancia.

Tradicionalmente, los establecimientos dedicados a la infancia hasta los tres años de vida recibían el nombre de guarderías. Estas cumplían principalmente funciones de asistencia y cuidados básicos. La alimentación, la higiene, el sueño, el afecto e incluso el juego constituían sus tareas esenciales.

Un estudio reciente nos ha permitido acercarnos a la realidad de una escuela infantil (0-3 años) donde conviven y aprenden juntos niños y niñas con discapacidad y sin discapacidad.

Los recursos humanos y materiales son piezas claves para una escuela infantil de primer ciclo inclusiva. Es preciso contar con personal especializado de apoyo en los espacios escolares de aprendizaje. Una figura importante, a menudo olvidada y reivindicable, es el personal especializado en enfermería. Solo como ejemplo, el servicio prestado por esta figura es indispensable para el alumnado que porta un botón gástrico.
AUTORÍA:

Aurora María Ruiz Bejarano
Profesora de Didáctica y Organización Escolar, Universidad de Cádiz
Profesora Ayudante Doctora en el Departamento de Didáctica de la Universidad de Cádiz y forma parte del grupo de investigación Análisis de la exclusión y de las oportunidades socioeducativas (HUM-936). Pertenece a la Red de Universidades y Educación Inclusiva y al equipo editorial de la revista Aula de Encuentro. Ha participado en proyectos de investigación de convocatorias competitivas autonómicas y nacionales. Cuenta con publicaciones en revistas y editoriales de impacto y ha presentado los resultados de sus trabajos en congresos nacionales e internaciones. Sus líneas de investigación más recientes son: discapacidades e inclusión, especialmente en el primer ciclo de Educación Infantil; innovación docente y compromiso social universitario y didáctica e innovación educativa en Educación Infantil.
Cláusula de Divulgación
Aurora María Ruiz Bejarano no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.
Universidad de Cádiz
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